@ Mathildenhöhe Darmstadt, Alemania

En esta ocasión, comparto las crónicas de mi visita al vecindario de Mathildenhöhe en la ciudad de Darmstadt, Alemania.

Decidí visitar porque después de leer un poco sobre su historia, quería cazar un lugar que, hace más de un siglo, sirvió como un punto de encuentro para quienes buscaban reinventar la vida a través de la arquitectura y el diseño.

De hecho, entre 1901 y 1914, este lugar fue uno de los centros más importantes del arte y arquitectura moderna, no solo en Europa, sino en todo el mundo.

Un poco de contexto histórico: en 1899, el Gran Duque Ernest Louis, al ser un gran aficionado al arte y diseño, impulsó la fundación de la Künstlerkolonie, o ‘Colonia de Artistas’, en Mathildenhöhe. La idea no era simplemente traer piezas ‘bonitas’ para exhibir aquí, sino que los artistas vivieran, trabajaran y desarrollaran proyectos que combinaran la estética y funcionalidad.

Dato curioso: esta comunidad formó parte del movimiento Jugendstil, la versión alemana del Art Nouveau. Se caracterizaba por el uso de líneas claras y un trabajo artesanal por encima de la producción en serie. En otras palabras, un diseño bien pensado y no improvisado.

Como era de esperarse de la época, la Primera Guerra Mundial frenó gran parte de la actividad y, con la partida de muchos de sus integrantes y la suspensión de la financiación, el proyecto quedó prácticamente detenido. Sin embargo, las construcciones sobrevivieron, hasta el punto de convertirse en un referente arquitectónico. Tanto así que, en 2021, la UNESCO declaró a Mathildenhöhe como Patrimonio Mundial, no solo por su valor arquitectónico, sino también por ser el legado de una comunidad de artistas, arquitectos y diseñadores que definieron toda una era.

Empecé mi recorrido con una obra imposible de ignorar: la ‘Torre de Bodas’ (Hochzeitsturm), diseñada en 1908 por Joseph Maria Olbrich y que, por cierto, fue un regalo del Duque a su esposa. Otro dato curioso es que los locales también la conocen como la Fünffingerturm, o sea, “la torre de los cinco dedos”. Honestamente, sigo sin encontrarle algún parecido con una mano.

Más adelante me encontré con algunos de los llamados Künstlerateliers, donde vivían y trabajaban los artistas del vecindario. Aquí ninguna casa es parecida, ya que cada una se diseñó según las necesidades y gustos de quien la habitara.

Continué caminando hasta topar con la Ernst-Ludwig Haus, obra del arquitecto Joseph Maria Olbriche en 1900. En aquellos años, era la sede administrativa y el espacio donde los artistas-residentes realizaban exposiciones y reuniones.

Unos metros más adelante me encontré con una de mis partes favoritas del recorrido: el portal diseñado por Ludwig Habich en 1901. Ludwig fue un escultor alemán y un miembro clave en la comunidad de artistas de Mathildenhöhe.

A cada lado del portal se encuentran ‘Los Guardianes’ (Die Wächter), dos esculturas que simbolizan fuerza y protección. Cruzarlas significaba entrar a un lugar dedicado a la creación y al intercambio de ideas. Por lo que más que una simple entrada, se trataba de un rito de bienvenida a la comunidad artística.

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